Con el paso de los días, quienes en EEUU pensaban que tomar Ucrania iba a ser tan fácil como Afganistán, Sudan o Libia se van dando cuenta del berenjenal en el que se han metido. Sorprende que no hubieran contado con la contundente reacción de Moscú, ni siquiera con la negativa de sus socios europeos en apoyar su plan de enfrentarse con Rusia.
La traición de la Administración Clinton al pacto suscrito entre George Bush padre con un ingenuo Mijaíl Gorbachov en el que EEUU prometía no integrar los antiguos estados del Pacto de Varsovia en la OTAN, continúa hoy con los intentos del Pentágono de desestabilizar Ucrania, otro trampolín para desmembrar Rusia. (Ver:EEUU y la OTAN planean desmantelar la Federación Rusa)
La reciente revelación de la BBC de que los líderes europeos sabían que los francotiradores que disparaban contra los manifestantes en el Maidan eran de la oposición y no de las fuerzas gubernamentales, no se debe a un ataque de sinceridad. Está siguiendo la vieja estrategia que occidente aplicó a Afganistán: primero envió a las fuerzas seudo fascistas Muyahidines y talibanes, llamándoles “luchadores por la libertad” para arrasar el país, y mostrar que son fuerzas locales los que luchan por la “libertad”, que no una potencia odiosa extranjera. Luego, empezaron a demonizarles como “terroristas misóginos y el peligro mas grande para la paz mundial”, cometiendo los actos más atroces contra la población, para así presentarse a sí mismos como salvadores civilizados y justificar la “misión humanitaria” con el objetivo real de ocupar militarmente el corazón de Asia Central (Ver: Afganistán: ¿Por qué nos mienten?)
Pero, sorpresa: la Rusia de hoy no es la del 2001, y si entonces no pudo reaccionar ante el asalto de los militares a su zona de influencia asiática, hoy responde a un atrevimiento de Washington (que equivale como si Rusia interviniese en Texas), y participa en la crisis político-militar más grave de las últimas décadas.
El gobierno golpista de Arseniy Yatsenyuk que ha integrado a seis miembros del Partido fascista Svoboda en el gabinete y ha ilegalizado al Partido Comunista y el Partido de las Regiones, el uso de la lengua rusa en las escuelas y los medios de comunicación, así como la tenencia de doble nacionalidad ruso/ucraniana, recibirá un “rescate” del FMI y EEUU (cuyo Congreso se negó a aprobar una ley para atender a sus propios soldados heridos de sus malditas guerras, o ampliar las prestaciones a los parados, o rescatar a la ciudad afroamericana de Detroit, hundida por la estafa bancaria) y será encargado de aplicar nuevos y duros recortes, agravando aun más la profunda crisis económica que sufre el país, mientras el pánico se extiende a muchas ciudades provocando la huida de miles de familias acosadas por las bandas armadas.
La cortina de humo de la resistencia patriótica a la “invasión rusa” y una guerra (¿de baja intensidad?) servirán a los nuevos mandatarios para ignorar y/o aplastar las reivindicaciones sociales de los trabajadores. Las guerras siempre han sido un buen canal para exportar la crisis interna.
De momento, la delación de Crimea de querer separarse de Ucrania está desmontando el plan de EEUU y Alemania para hacerse con el control del país más importante para la seguridad nacional rusa.
Las cartas de Obama
EEUU padece el síndrome del “imperialismo ilimitado” como lo padecieron los monarcas del imperio Persa, Alejandro Magno, Napoleón o Hitler: no saben cuándo detenerse para al menos salvar lo conquistado. Obama, que estaba reconociendo los límites del poder estadounidense en el mundo —negándose a un ataque militar en Siria, replegando sus tropas en Irak y Afganistán—, se enfrenta ahora con la tremenda presión de los republicanos, que le acusan de falta de liderazgo en la política exterior, —en los casos de Irán y Siria, y ahora en Ucrania— y le piden establecer una “línea roja” para volver a atrapar y desprestigiarle, a sabiendas de que carece de alternativa eficaz. Aun siendo “neocons” son conscientes de que aquí no se puede utilizar fuerza militar, sin embargo le piden, literalmente, que “aseste un par de bofetadas a Putin”. ¿Cómo?
• No asistir a la próxima cumbre del G8 en Soshi. No es más que un gesto diplomático. Putin tampoco asistió a la reunión celebrada en 2012 en Washington
• Expulsarle del G8: Pero China no es miembro de este grupo y no es ningún perjuicio para su economía.
• Boicot a su economía: Ningún cliente de Rusia está dispuesta a seguirlo, desde Japón, pasando por Brasil, China, India y Sudáfrica, socios de Rusia en BRICS, hasta los aliados europeos que son consumidores del gas ruso. Se trata de un país que es uno de los pilares de la economía global. Incluso una compañía estadounidense como PepsiCo., que compró en 2010 la empresa Wimm-Bill-Dann, líder del sector alimenticio ruso, recibiría un impacto negativo.
• Ceder en Siria a cambio de concesiones en Ucrania. ¿Qué pasa con la opinión de Arabia Saudi e Irán, dos actores principales en aquel escenario con su propia agenda, desligada de la de Moscú?
• Expulsarle de la Organización Mundial del Comercio, y la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos. El problema es que los demás miembros de dichos grupos no apoyan esta medida.
• Prohibir la entrada de Putin (el nuevo Bin Laden) y otros rusos destacados en la UE y EEUU, como gesto para dañar su reputación. Medida desesperada e inútil.
• Renunciar a la integración de Ucrania en la OTAN y acordar con Putin a cambio su ingreso en la UE (a pesar de la desgana de Bruselas). Pues, pensándolo bien, necesita de su cooperación para contener el programa nuclear de Irán o completar la retirada del arsenal de armas químicas de Siria.
. Fomentar una guerra civil, armando y entrenando a los extremistas en la aplicación de la táctica de “dirigir desde atrás” (“leading from behind” ), dando el protagonismo a los aliados europeos, ( como a Francia en Libia y Mali; a Turquía en Siria, y a Polonia y Alemania en Ucrania). Bajo el ropaje de “asesores militares”, los infames oficiales de Blackwater (ahora, Academi) patrullan por las calles de ciudades prorusas como Odessa, Kharkov o Donbas con el objetivo de acabar con la resistencia al golpe de Estado, difundir el terror y sostener al nuevo gobierno.
• Respuesta militar como último paso. Dado que las medidas no militares no asustan a los rusos ha reforzado los efectivos instalados en Lituania, Letonia, Estonia y Polonia, así como más buques de guerra en el Mar Negro, y aviones de combate en el Báltico. Quizás se le ha olvidado al presidente que Rusia es una potencia nuclear, y no un Afganistán sin un helicóptero cuando le invadió en 2001.
Las bazas de Putin
• Declarar Ucrania zona libre de la OTAN, como su línea Roja.
• Hacer la vida imposible al nuevo gobierno de Kiev, reclamándole los 2 mil millones de dólares que este país debe, y aumentarle el precio del gas.
• Realizar una “misión humanitaria” enviando el Ejército para proteger a los ciudadanos rusos en peligro. Al contrario de Obama, que carece de apoyo popular para una iniciativa militar, Putin ya tiene la autorización del parlamento y del pueblo para el uso de la fuerza militar en Ucrania.
• Cortar la Ruta Norte (la Sur es desde Pakistán) que permite a la OTAN usar su territorio y los aliados de Asia Central para llevar equipamiento militar a Afganistán. Sin esta ruta, también sería imposible la retirada de las tropas previstas para diciembre.
• Inundar los mercados con los pagarés de Tesoro americano.
• Hacer visible el apoyo de China. Pekín sabe que forma parte de la nueva estrategia de la OTAN —trazada en Lisboa en 2010— reducir el espacio europeo de Rusia, obligándole a expandirse desde sus fronteras orientales, provocando un choque con China, que ya se siente molesta por la rivalidad de los rusos en Asia Central. (Ver: Objetivos: Rusia e Irán. La cumbre de la OTAN en Lisboa)
• Fortalecer su flota en Crimea que está allí por la misma razón que la V flota de EEUU en Bahréin
• Abrir sus bases navales en Ucrania en respuesta a la expansión hacia el este de la OTAN.
• Utilizar Crimea para desestabilizar Ucrania, tanto si le aplica el modelo Kosovo con una independencia formal, como si usa el de Taiwán.
• Descongelar el envío de misiles S-300 a Irán, y mandar más ayuda a Siria.
La contundente e inesperada respuesta del Kremlin en Crimea a lo sucedido en Ucrania, muestra que Putin correrá cualquier riesgo para mantener Ucrania en su órbita. Sabe que después de la plaza de Maydan, John McCain y compañía pueden desembarcar en la Plaza Roja de Moscú.
La gravedad de la situación reside en que las armas están en manos de unos locos que pueden desencadenar una gran guerra, aunque por mera imprudencia o por accidente. Está en juego nada menos que el control de Eurasia, lo que el estratega británico Sir Mackinder llamó The Heartland “El corazón del mundo”, imprescindible para dominar el mundo.
Se debe exigir una reunión urgente de la Asamblea General de la desaparecida ONU, y también un encuentro entre Obama y Putin para poner fin a las hostilidades.
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