martes, 1 de octubre de 2013

INTERVENCIÓN DE ANTONIO GUTIÉRREZ LIMONES



Debate Libre 30-septiembre-2013


Europa tiene una deuda de gratitud con Estados Unidos. Cuando los totalitarismos atacaron la vida y la libertad de sus ciudadanos su generoso esfuerzo contribuyó, decisivamente, a sostener y culminar la lucha de Europa para reemprender el camino de la libertad. Este compromiso con Europa y el destino de sus pueblos continuaría después impulsando su desarrollo económico y asociando sus esfuerzos a la defensa común de la paz y la libertad.
Las bases militares de Estados Unidos han sido parte de ese esfuerzo común y, precisamente por ello, es esencial que su organización preserve su sentido respetando la legislación laboral de los países en los que se instala y siendo un vector para el crecimiento económico de las poblaciones en las que se asientan sus instalaciones.
Es esto lo que ha sucedido durante mucho tiempo y lo que todos deseamos que siga sucediendo.
Lamentablemente los hechos demuestran que el modelo de instalación militar de EEUU está cambiando sin que haya existido un debate previo, una definición compartida. En la base de Morón, por ejemplo, un incontestable aumento de la carga de trabajo se ha visto acompañado por el despido de buena parte de sus trabajadores. El Gobierno de USA anunció en su página web la intención de prescindir de 144 trabajadores antes 30 de septiembre de 2014, además de eliminar tres departamentos con otros 70 trabajadores para el contrato que comienza en octubre de 2014, sin exponer razón económica alguna. Hubieran tenido muy difícil hacerlo: cómo pueden sobrar trabajadores cuando las horas extras han crecido un 30% y se está incrementando el uso de la base. Los trabajadores despedidos están siendo sustituidos por estadounidenses (80 por ahora) que, sin permiso de residencia, viven en nuestro país sin pagar impuestos ni seguridad social.
Debemos exponer ante nuestros aliados que el modelo de base militar debe basarse en un acuerdo de colaboración, del que todas las partes deben beneficiarse, muy particularmente las comunidades que viven junto a las bases y padecen los inconvenientes que su presencia puede ocasionar.
En primer lugar debería garantizarse que los trabajadores europeos que prestan sus servicios en instalaciones militares norteamericanas o de la OTAN ubicadas en Europa gocen de los mismos derechos fundamentales, incluidos los laborales, que les reconocen sus legislaciones nacionales.
En segundo lugar debemos asegurar que los acuerdos suscritos entre países europeos con EEUU o en el seno de la OTAN para la utilización o instalación de complejos militares en territorio europeo respeten los derechos fundamentales, también los laborales, de los trabajadores europeos que presten servicios en los mismos.
Como abogado, y como político, recomiendo que cuando existen dificultades para interpretar una norma o desarrollar un acuerdo centremos nuestros esfuerzos en recordar su “sentido” primordial: cuál era el problema social que se pretendía resolver, cuál era el pacto originario. En el caso de las bases ese sentido fundacional era una política de defensa compartida, desde luego; pero también un compromiso con el desarrollo de los territorios en los que esas bases se instalaban. Esos son los fundamentos centrales de estas políticas, son los que debemos preservar si no queremos convertir en islotes aislados de la sociedad las bases estadounidenses.








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